Para entrevistar a un fotógrafo se barajaron dos nombres: Cristina García Rodero y José Manuel Navia. Cristina tenía algún problema con la vista e iba a ser difícil llegar a ella en este momento, y Navia viajaba a Vitoria a presentar su trabajo sobre la Catedral. La cuestión quedó decidida. Quedamos con él en el Espacio de Arte Contemporáneo, Artium. En la cafetería jugué a reconocerle: será ese hombre interesante con pinta de bohemio; o aquel otro que parece un despistado y está leyendo un libro; no, es el maduro que pasea por la entrada...
Yo buscaba un prototipo de persona que ha viajado sola por el mundo, que ha fotografiado lugares y escenas imposibles para los demás por su capacidad de mimetismo en el tiempo y en el espacio. Imaginaba un dandy. Llegó un padre acompañado de su hijo. Fuimos a una plazuela desde la que se ve la catedral y allí sentados, grabé la conversación. Una sucesión de reflexiones inteligentes, cultas, divertidas y poco pretenciosas.
Pero lo mejor estaba por llegar: su conferencia y la presentación de su trabajo, en diapositivas acompañadas de banda sonora. Qué acto más magnífico. No éramos más de treinta personas, sentadas en un aula escuchando y disfrutando la narración visual. Un lujo. Una pequeña píldora para mi memoria imaginada y conseguida.
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