Sospecho que no le gustaría nada leer esto, pero a Ángela Rodicio la conocí en el libro de Pérez Reverte. El papel que se le concede en ‘Territorio Comanche’ es descrito de una manera tan machista y burda que no logra, si ese es el propósito, despojarla de profesionalidad. Cuando decidimos contactar con ella para tener un entrevistado que cumpliera el perfil de un periodista en un lugar interesante del Planeta y que fuera conocida, no tuvimos duda: la corresponsal de TVE en Israel y Palestina.
En la sede central del Ente me facilitaron su mail y le mandé un correo solicitando la entrevista. Al día siguiente la llamé por teléfono. Creo recordar que era un fijo. El de su oficina en Jerusalén. Acordamos la cita para dos días más tarde.
Hablar con alguien que no conoces por teléfono y aspirar a llegar a conocerla para después poder narrarla es frustrante. Su voz sonaba a telediario. Era concreta, poco dada a fruslerías y tal vez demasiado realista. La cotidianidad con la que decía vivir en terreno más conflictivo de la tierra despojaba de un plumazo la idea romántica del corresponsal.
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