Ignacio es el hermano mayor de Ana, mi amiga de la infancia. El hermano aventurero que había vivido en África y que escalaba. Ahora era además el hermano que se iba al Polo Norte y después al Polo Sur. Poco dado a las entrevistas, sin duda los lazos familiares ayudaron al sí.
Cenamos en la cocina de su casa con la puerta abierta para que su hija mayor escuchara desde la cama lo que tantas veces había oído a su padre pero quería volver a escuchar.
Cuando te narran aventuras con naturalidad, tranquilidad y sencillez te haces una idea equivocada de la peripecia. Parece hasta fácil. Después, al subir a una montaña de 1.000 metros y alcanzar agotada la cima pensando solo en bajar para llegar al restaurante reflexionas sobre lo que tiene que ser pasar días enteros con un frío inhumano. Pero para qué imaginarlo, mejor escuchar la aventura.
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