Yo hubiera querido entrevistar a Miralles. De hecho, a Fernando, mi pareja, también arquitecto, le parecía una figura interesante. Lástima que estuviera muerto. Probé suerte con Moneo, pero su respuesta fue categórica: no concedía entrevistas y si lo hacía era a publicaciones técnicas. Podía seguir buscando entre premios y demás, pero decidí llamar a unos colegas de Fer que se mueven algo más en el mundo de los vivos y me sugirieron a Ábalos y Herreros. Les llamé, hablé con ellos y quedé con ellos. Dos días antes de viajar a Madrid para la reunión, por aquello de asegurar la hora llamé a su secretaria que me dijo que ninguno de los dos estaba en España y que no iban a estar en las próximas semanas.
Bien. Tenía que buscar otro arquitecto. Que estuviera vivo, fuera accesible y apareciera a la cita. Contacté con Patxi Mangado que en esos días estaba promocionando la inminente inauguración de su última obra: el Baluarte de Pamplona. Mangado es un buen interlocutor y el mejor posador de fotos que he conocido.
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