Este encuentro fue una de las cosas buenas que saqué de una revista de la que fui directora dos números. Esta vez no me echaron, esta vez me fui yo, pero antes me pegué el gustazo de entrevistar a Alfredo Landa, de conquistar a un conquistador por una tarde. Pasado el tiempo le remití un ejemplar de la publicación con el titular de su entrevista: El marido de Maite, ilustrada con una gran foto suya.
No me contestó a la carta, y fue una pena porque en el envío adjunté un libro de Sandor Márai: El último encuentro, con todas las intenciones del mundo. En esta novela narra el escritor húngaro la conversación de dos amigos que próximos a la muerte se enfrenta el uno al otro y se miran a los ojos. Resuelven en una noche el conflicto que les separó durante muchos años. En aquellas fechas, Landa estaba peleado con José Luis Garci. No había trascendido el porqué, pero yo quise intervenir en la riña. Para eso mandé el libro.
Si esto fuera cuento y yo una cuentista narraría cómo leyendo la deliciosa prosa de Márai, el actor decidió no perder el tiempo en peleas y próximo al fin, Landa y Garci hicieron las paces. Tal vez fue así.
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