Decidirse por un experto en Educación no es fácil. Es un tema complejo en el que hay poca imparcialidad. No tanto porque sus interlocutores tengan intereses detrás, que seguramente los tengan, sino porque los planteamientos científicos en este campo responden de manera transversal al pensamiento y a los principios, y a pesar de querer abanderar la equidistancia para abordar con algo de profundidad la configuración de los planes educativos, es imprescindible situarse en un plano. El tema obliga a una constante toma de elecciones. A esta dificultad se añadió el cambio de Gobierno y el anuncio de la derogación de la ley de Educación del PP.
Decidí elegir un nombre que formara parte del Consejo Superior de Educación en calidad de experto. Busqué entre los nombres alguien maduro que hubiera visto pasar leyes y decretos. Con profesión ajena a la política. Con poca o nula acumulación de cargos de designación política. Intentaba huir del proselitismo que suelen acompañar a los discursos sobre Educación. Y encontré a Garrido. Cuando terminé la entrevista me sentí satisfecha. Tenía que lograr trasmitir un discurso equilibrado, como lo fue, pero sin dejar recodo que pudiera conducir a la censura. Burlar los prejuicios creo que se me da bien.
Entrevista con José Luis Garrido
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